España se ha convertido, desde hace varios años, en pionera en materia de energía eólica. Una situación que su vecino francés podría tomar como ejemplo, pero no está exenta de dificultades.
Mientras la Guerra de Ucrania reaviva el debate sobre la independencia energética en Europa, España aparece como el estudiante modelo. En 2021, el país establece un récord con un 47 % de energía renovable en su matriz eléctrica, de la cual el 23 % proviene de la energía eólica. Si España supone casi una cuarta parte de la energía eólica en su mix eléctrico, Francia lucha por seguirle, con solo un 7% de energía procedente del viento.
A partir de los años 2000, la energía eólica se desarrolló mucho en España. El periodo de 1998 a 2008, denominado “primera generación”, según el especialista en análisis geográfico de la energía eólica, Daniel Herrero, sirvió de trampolín para el sector eólico, convirtiéndose en una importante fuente de energía eléctrica. En su momento, “el Estado español contribuyó fuertemente al desarrollo de esta fuente de energía renovable, en particular con precios preferenciales de compra”, afirma el experto.
Resultado: España cuenta ya con más de 1.000 parques eólicos. Incluso hoy, el gobierno participa en este crecimiento fomentando nuevas instalaciones.
Hoy, la energía eólica se ha vuelto rentable para España. “El Estado ya no gasta 1 euro en este sector”, asegura Daniel Herrero. En 20 años, la producción del parque eólico español se ha multiplicado por 14. Un aumento deslumbrante que convierte a España en el segundo productor de energía eólica de Europa, sólo por detrás de Alemania. El gobierno español ahora quiere duplicar la potencia de los aerogeneradores instalados para 2030, según un plan detallado publicado en 2020, el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima).
culturas diferentes
España aparece como un ejemplo a seguir para todos sus vecinos europeos, entre los que destaca Francia. Pero, ¿es realmente posible? Francia y España son países muy diferentes en lo que a energía se refiere.
Geográficamente, España es casi una isla energética con Portugal. Por lo tanto, tiene muchas menos conexiones directas con otros países europeos. La Península Ibérica se ha vuelto naturalmente hacia sí misma por la independencia en términos de energía. Y la energía eólica parecía ser una de las mejores soluciones, porque el país, descrito como “granero eólico de Europa, tiene importantes depósitos eólicos”, explica el ingeniero francés Pierre Thouverez. Además, las zonas rurales de España tienen una densidad de población mucho menor que en Francia. “Por ejemplo, la región de Castilla y León tiene la misma superficie que Portugal, con una densidad de población similar a la de Lorena”, detalla Daniel Herrero.
Por el contrario, la Francia de De Gaulle muy pronto recurrió a la energía nuclear para ser más independiente. Una preferencia aún hoy muy arraigada, de la que el país lucha por romper. Culturalmente, la relación con el paisaje también es muy divergente entre los dos países vecinos. Bajo la dictadura de Franco, los españoles sufrieron enormes cambios territoriales, con la construcción de numerosas infraestructuras sin consultar a las poblaciones. Por lo tanto, los habitantes se han vuelto menos sensibles a los cambios en el paisaje. Una gran diferencia con Francia, sobre todo rural, que está muy apegada a su tierra.
Para los expertos, la estrategia adecuada no pasa necesariamente por seguir el ejemplo español sino por diversificar sus fuentes de energía. Debe darse prioridad, lo antes posible, a cualquier medio para lograr una cierta independencia energética.