Rey Felipe VI de España celebra su 55 aniversario este lunes 30 de enero en compañía del reina de la patria y tambien de su corazonLetizia. Juntos por 19 años, la pareja real dio a luz a dos hijas, Leonor (16) y Sofía (14). Con motivo de este importante aniversario, repasemos la historia de esta emblemática pareja, que comenzó de la manera más clásica. Felipe y Letizia nos conocimos en amigos mutuos. La joven de entonces 30 años estaba recién divorciada y acababa de encontrar piso en el madrileño distrito de Moratalaz. L’héritier de Juan Carlos, acababa de mudarse a un ala del Palacio de la Zarzuela. Por lo tanto, nada los predestinó a encontrarse o incluso a entenderse, y sin embargo. Felipe y Letizia sí tenían un aparte.
Entre el salón y la terraza, por lo tanto, habrían discutido sus respectivos movimientos y condiciones de vida. A última hora de octubre de 2002 hacía buen tiempo en Madrid. Pedro Erquicia, el periodista de la televisión española que les recibió en su domicilio, charlaba con sus invitados en la terraza, copa en mano. Entre ellos estaba el director Manolo Rubio que, no queriendo llegar solo, había propuesto a su compañera de TVE, Letizia Ortiz Rocasolano, que le acompañara.
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Un primer encuentro tan discreto
Ninguno de los invitados esa noche había adivinado nada. Aún así, siempre hay un antes y un después, y fue allí, con estos amigos, donde Letizia y Felipe se conocieron por primera vez. Un año y medio antes de unirnos ante Dios y 1.600 invitados, 26 de abril de 2004 dans la cathédrale Santa Maria de la Almudena. Unas semanas después de que se conocieron, Letizia Ortiz siguió, desde el punto de vista periodístico, la preparación del premio español más prestigioso, el Premio Príncipe de Asturias, que premia a ocho talentos, desde las artes hasta el deporte y el humanitarismo. Desde que era un adolescente, Felipe ha honrado este encuentro anual. A la edad de doce años, pronunció allí su primer discurso.
Unidos por un drama marítimo
Se tomó el tiempo de posar entre los técnicos y periodistas. Letizia, con su suéter gris de cuello alto, estaba lejos del gigante, en el extremo derecho del grupo, con la mirada perdida, como ausente de la escena. «¿No quieres ser tomado con el príncipe?», le preguntaron. Ella permaneció en silencio. ¿Qué responder? ¿Qué explicar? ¿Que algo asombroso se estaba apoderando de ella? Algo demasiado grande para que ella lo diseñe, nieta de taxista ?
finalmente está en noviembre de 2002 que una tragedia sellará su futuro. En este día gris y fatídico, las costas de Galicia amanecen teñidas por un gigantesco marea negraque dañará también la costa francesa al sur de Bretaña, pero nada comparable con el noroeste de España donde el petrolero Le Prestige, azotado por el temporal, está vaciando su fuel oil. La periodista estrella de TVE Letizia Ortiz llega al lugar para cubrir el evento. Felipe, de ver los daños pero sobre todo de compartir la emoción de sus compatriotas. Puede que haya un micrófono entre ellos, pero sus corazones ya laten al unísono.
¿Los orígenes plebeyos de Letizia? Felipe no le importa
El resto, lo sabemos. Sin conocerla. Porque pocas veces una historia de amor ha sido conducida con tanta discreción. Prueba, si la hay, de la gravedad de los sentimientos de Felipe por la joven. No decir nada, no aparecer demasiado rápido, no apresurar las cosas, era preservarla. Hay un mundo entre ser una mujer libre e independiente y convertirse en la novia y esposa de gran prestigio de un futuro rey. Letizia sigue viviendo en su modesto apartamento, Felipe para cumplir con sus obligaciones de príncipe e incluso salir a discotecas.t, fiel a su reputación de buen corazón. Los tabloides le prestan algunas conexiones. Él deja decir. Presenta el noticiero de las 21 horas con el rigor que la caracteriza. Quizás es un poco más discreta, un poco más reservada. ¿Enamorado? Posible. Pero de ahí a imaginar… En agosto de 2003, vuelan de incógnito de vacaciones en América del Sur.
A su regreso, están decididos: vivirán juntos. Queda un detalle. Si ya había anunciado «No me considero obligado a casarme con una mujer de sangre y origen real», sus padres tienen alguna otra idea sobre el matrimonio de un futuro soberano, ellos cuyo matrimonio fue concertado. De ahí a desear la misma suerte a su heredero, de todos modos no. Pero, entre un matrimonio de conveniencia y un matrimonio de amor con un plebeyo, que además está divorciado, ¿no hay cabida para un matrimonio… razonable?
Felipe confronta a sus padres con su decisión
Cuando, el 5 de octubre de 2003, escuchando sólo su coraje, Felipe viene a buscar El Rey Juan Carlos y la Reina Sofía para anunciarles que Letizia sería su esposa, ellos, que desconocían este enlace, caen desde lo alto del armario. Entonces dimite. ¿Esta Letizia se había casado con su profesor universitario a quien conoció muy joven, con quien permaneció comprometida durante mucho tiempo, y de quien se separó un año después de su unión legal? Tal vez, error de la juventud que no se consagró religiosamente. Uf. ¿No es de sangre real? Su madre es enfermera, lo cual es honorable, su padre, un conocido periodista que fundó la emisora de radio Antenne 3. Ella misma tiene serias calificaciones y ha tenido una brillante carrera internacional, desde México hasta Estados Unidos.
Todo eso siempre es mejor que Eva Sannum, la exnovia de su hijo, una modelo noruega, cuyos desfiles de lencería nada tenían que ver con la formalidad. ¡Por encima de todo, Letizia es española! Sería por tanto la primera soberana de sangre ibérica en 124 años. Mejor, ella es asturiana, que para un príncipe de Asturias no puede ser mejor. Finalmente, parece tener rigor, presentación, carácter. En resumen, terminó declarando Juan Carlos: «Letizia tiene todas las cualidades necesarias para compartir las futuras responsabilidades que conlleva la herencia de la Corona. Ella personifica la España moderna y exitosa». No creía tan bien.
Mientras el país, como muchos otros en Europa, lanza, esta mujer de origen modesto, tranquiliza. Su feminismo, su deseo de estar cerca de la vida de personas reales, de criar a sus dos hijas con la mayor normalidad posible, de no reprimir su espontaneidad, de ayudar a que la de Felipe se exprese, acaban agradando..
Artículo escrito con la colaboración de 6Medias
Créditos de las fotos: AGENCIA / BESTIMAGE